miércoles, 24 de septiembre de 2008


¿Defensor de especies?
Desde que estudiaba la carrera de biología escuchaba por los salones y pasillos algunas ideas relacionadas con salvar al planeta, y claro con el principal objetivo de salvar a las especies que en ella habitan. No obstante, me resultaba un poco complicado asimilar estas ideas, un poco confusas, tomando en cuenta que todos los ecosistemas que vemos en la actualidad no han existido desde el inicio de la vida. Conforme nace la vida en este planeta cada especie se va posicionando en un medio del que explota la entropía (los recursos). Conforme esta población crece en número también crece la cantidad de alteración del medio (ha incrementado la entropía de su entorno), lo que ocasiona, en términos de alteración, una contaminación de su entorno. En este punto existen variantes que dan cabida a cualquier cosa que pueda adaptarse a esto. Es decir, el medio "abre una bacante" y comienza a recibir solicitudes de todos los genotipos, estrictamente hablando todas aquellas fisiologías capaces de mantener una homeostasis (o reostasis como dicen algunos). Todo esto hasta que uno se implanta en el medio y puede ahora explotar (tomar de otra fuente recursos para degradar su entropía) este nicho. De esta manera cada población genera un ecosistema, lo altera y abre y cierra nichos conforme todos transforman el medio (entropía). Desde este enfoque, no existe razón para creer que temporalmente siempre van a estar las mismas poblaciones, por el contrario se debe aceptar que todo el tiempo se juega a la ruleta rusa, pues dependemos de como los sistemas poblacionales, físicos, y hasta químicos, se equilibren para saber si se nos permitirá como población seguir existiendo. Con lo anterior y regresando a lo de proteger a las especies, parece ser que esto solo tiene cabida en el antropocentrismo, pues o es por la estética de las especies, ya que nos gustan, o es por conveniencia. En el ámbito de la estética encontramos que siempre se defiende a las especies más "atractivas", y lo pongo en comillas porque la belleza es algo subjetivo, pues depende de quien lo diga y no de parámetros cuantificables. Por ejemplo, algunas aves, focas, osos, ballenas, uno que otro insecto, etc., en general solo aquellas especies que resultan del agrado de alguien. No obstante, al ser exclusivamente del agrado de alguien, y sin olvidar que las poblaciones no son para siempre, es que pierde objetividad. Solo se quieren conservar porque su desaparición altera su modo de vida o porque van a dejar de verlas ellos o las futuras generaciones. Vamos camaradas nadie de nosotros conoció a todas las especies, aunque me hubiese gustado ver a uno que otro dinosaurio o uno que otro bicho explorando por primera vez la vida terrestre. En fin, no hay razón de ser de esto... a ver ¿porque no salen con pancartas que menciones sobre los derechos de las tenias (Taenia solium), la bacteria del cólera (Vibrio cholerae), el virus de la rabia (Rhabdovirus), la bacteria de la peste (Yersinia pestis ) o de su vector la pulga (Xenopsylla cheopis), o la bacteria culpable del carbunco (anthrax, Bacillus anthracis), etc., todas las especies que son dañinas tanto para el hombre como para su estilo de vida (incluye a todas especies vistas desde un punto de vista de salud, económico, estético, etc.).Es por ello que hago un invitación a todos los biólogos ha que renuncien a este tipo de prácticas, o por lo menos háganlo sin la camisa de biólogos. Pues al hacer la defensa de las poblaciones se aprecia la perdida de objetividad. Si hay que defender a de ser porque se nos contrato para eso y por motivos distintos al solo reservar por preservar. Seamos objetivos, lo de las especies esta bien pero dejémoslo a los grupos ambientalistas cuyas metas son antropocéntricas. Tomemos decisiones objetivas y no sentimentalistas.

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Parasites, ecosystems and sustainability:an ecological and complex systems perspective


Pierre Horwitza,*, Bruce A. Wilcoxb
aConsortium for Health and Ecology, Edith Cowan University, 100 Joondalup Drive, Joondalup, WA 6027, Australia
bAsia-Pacific Institute for Tropical Medicine and Infectious Diseases, John A. Burns School of Medicine, University of Hawaii, Honolulu 96822, Hawaii
Received 20 December 2004; received in revised form 16 March 2005; accepted 16 March 2005

Abstract
Host–parasite relationships can be conceptualised either narrowly, where the parasite is metabolically dependent on the host, or more
broadly, as suggested by an ecological–evolutionary and complex systems perspective. In this view Host–parasite relationships are part of a
larger set of ecological and co-evolutionary interdependencies and a complex adaptive system. These interdependencies affect not just the
hosts, vectors, parasites, the immediate agents, but also those indirectly or consequentially affected by the relationship. Host–parasite
relationships also can be viewed as systems embedded within larger systems represented by ecological communities and ecosystems. So
defined, it can be argued that Host–parasite relationships may often benefit their hosts and contribute significantly to the structuring of
ecological communities. The broader, complex adaptive system view also contributes to understanding the phenomenon of disease
emergence, the ecological and evolutionary mechanisms involved, and the role of parasitology in research and management of ecosystems in
light of the apparently growing problem of emerging infectious diseases in wildlife and humans. An expanded set of principles for integrated
parasite management is suggested by this perspective.
q 2005 Australian Society for Parasitology Inc. Published by Elsevier Ltd. All rights reserved.

Fisiología del sExO